A pesar de que el can exhibe un comportamiento característico de su especie, en ciertos casos surgen conductas obsesivas que pueden resultar molestas para los propietarios y peligrosas para su bienestar físico. Uno de los conjuntos de trastornos del comportamiento se define como trastornos obsesivos y no son más que una conducta repetitiva en el tiempo, de forma incontrolable, sin un propósito evidente y fuera de contexto. Estas características hacen que dicha conducta, cuya base radica en comportamientos normales, como el lamido, la alimentación o la locomoción, interfiera en su vida cotidiana.
Con una conducta obsesiva, un can puede provocarse una dermatitis por lamido, que suele manifestarse en la parte inferior de los miembros, tanto delanteros como traseros. Por supuesto, no hay distinción de raza ni de sexo, pero los especialistas creen que puede estar relacionado con el miedo y la ansiedad, ya que es característico de ejemplares que padecen ansiedad por separación, un trastorno común en el perro.
Otros trastornos obsesivos comunes en el perro incluyen dar vueltas en círculos mientras intenta morderse la cola, perseguir sombras o reflejos, chuparse algún flanco, cazar insectos, e incluso dirigir ataques agresivos hacia sí mismo con gruñidos y mordiscos, que pueden ser graves.
Las causas más habituales pueden ser somáticas, como alteraciones neurobiológicas o factores genéticos, pero lo más común es que estén relacionadas con el manejo o el estilo de vida del perro, por ejemplo, haber sido destetado prematuramente; carecer de estimulación ambiental, con escasa interacción con los propietarios y sin contacto con otros congéneres; ser castigado de manera inapropiada; experimentar situaciones estresantes; así como que el dueño intente corregir el comportamiento con métodos correctivos, como ponerle un bozal o un collar isabelino, lo que generalmente empeora la situación.
También es importante señalar que el propietario puede involuntariamente fomentar el comportamiento obsesivo de su mascota, lo que sucede cuando intenta calmarlo si manifiesta la conducta inapropiada y el perro lo interpreta como una recompensa, provocando así el efecto contrario.