La enfermedad del arañazo de gato, también conocida como Bartonelosis, es una condición zoonótica que afecta principalmente a los felinos jóvenes. Aunque aún no se ha determinado claramente cómo los gatos se infectan con la bacteria Bartonella henselae, se cree que el medio ambiente juega un papel importante en la transmisión.
Una vez que la bacteria infecta los glóbulos rojos del gato, se multiplica y se localiza en la mucosa de la cavidad oral, de donde se excreta con la saliva. Esto significa que el gato puede contaminar su pelaje y uñas al acicalarse, aumentando el riesgo de transmisión a los humanos.
Los síntomas en los felinos incluyen fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos y, en casos más graves, patologías oculares. Sin embargo, la enfermedad puede ser difícil de detectar visualmente, a menos que se observe hinchazón ocular.
En los humanos, la enfermedad se transmite a través de arañazos o mordeduras de gatos, siendo más común durante los meses de otoño e invierno, cuando los gatos pasan más tiempo en el interior. Los síntomas pueden variar desde lesiones cutáneas en el sitio del arañazo o mordedura, hasta inflamación de los ganglios y fiebre. En casos más graves, pueden presentarse dolores de cabeza, pérdida de peso, vómitos y agrandamiento del bazo.
La detección en humanos se realiza mediante análisis de sangre, lo que subraya la importancia de la consulta veterinaria y la información proporcionada por los profesionales. Es fundamental comprender que una vez que un gato se ha curado de la enfermedad, no vuelve a contagiarse, lo que destaca la importancia de buscar tratamiento adecuado tanto para el gato como para los humanos afectados.